A lo largo de nuestros casi 150 años han sido miles las situaciones que, con el pasar del tiempo, se han convertido en parte de la historia no escrita de nuestra Sexta, historia que en paralelo a los libros formales y documentos oficiales se ha ido tejiendo de boca en boca y que generaciones de sextinos han traspasado (evidentemente con ese toque de enriquecimiento que cada uno le da cuando la cuenta a los más nuevos). A continuación publicamos una historia muy singular y que ha sido rescatada de las opiniones de los más cercanos a esa época romántica de la Sexta en el viejo Cuartel de la calle Santo Domingo.
El Viejito Pascuero y el Edecán
Fue hacia finales de la hermosa década de los cuarenta cuando, un grupo de distinguidos y alegres voluntario de la Sexta, se lustraban los zapatos en un puesto de lustrín en calle Santo Domingo. Era la época del peinado a la gomina, corbata, sombrero y traje. Impensable andar desarreglado, mal afeitado, “pelito largo”…con esos pantalones cortos llamados “shorts” al interior de un Cuartel de bomberos, o con esas tenidas denominadas de “sport formal”. Eran otros años, según me han dicho.
A la larga fila de voluntarios que esperaban su turno para los servicios del lustrín, se presentó un funcionario de carabineros de la siempre distinguida Primera Comisaría quién, apremiado por la hora, solicitó caballerosa y amablemente a los voluntarios le permitieran ceder su turno en el lustrado, pues su servicio de guardia en la comisaría comenzaría en breve y quería estar bien presentado ante la revista previa que el mismísimo Comisario realizaría antes de iniciar el turno de guardia. La negativa, acompañada de algunas risotadas y bromas pesadas, fue unánime en el grupo de Sextinos, quienes ante la insistencia del funcionario de carabineros, no tuvieron mejor y más brillante idea que lanzar al pobre funcionario público, a la pileta de agua sucia ubicada en las cercanías del Cuartel de Santo Domingo.
Los refuerzos de la Primera Comisaría no se hicieron esperar mucho, tomando detenido a todos los voluntarios que, al mejor estilo del semi-boche entre Primerinos y Quintinos, defendieron a puñetes su libertad. Un breve detalle que me fue imposible de confirmar, señala que algunos voluntarios lograron esconderse en el Cuartel Sexta y que, en la puerta del mismo, unos carabineros lograron dar alcance a un voluntario, tomándolo de los pies; mientras que los voluntarios desde el interior, lo tiraban de sus brazos, estirando su cuerpo hasta más no poder, lo que a la postre sirvió para obtener un nuevo hombre porta estandarte un poco más alto para las formaciones.
Transcurridas varias horas del incidente, los Sextinos ahora recluidos en el frío calabozo de la Primera Comisaría, exigieron hacer uso del legítimo derecho al llamado telefónico, logrando comunicarse con el director de la Sexta Compañía, don Alfredo Fernández Romero, quién por esos años, era nada más ni nada menos que Edecán del Presidente de la República, don Gabriel Gonzáles Videla.
Luego de un reto, que se extendió por varios minutos, en la que el voluntario que hablaba telefónicamente con don Alfredo, daba una lastimosa expresión de dolor tras el auricular; a petición del Director Sexta, pasó el teléfono al jefe de Guardia de la Comisaría dándose un breve diálogo que a continuación me permitiré reconstituir:
Jefe de Guardia: Aló…..
Director Sexta: Muy buenas noches, habla don Alfredo Fernández Romero, Director de la Sexta Compañía y Edecán de su excelencia, el Presidente de la República, …¿Con quién tengo el gusto de hablar?
Jefe de Guardia: Siii???….mire, usted habla con el mismísimo Viejito Pascuero…
Según mis fuentes de información, el diálogo no se extendió más.
Transcurridas algunas horas del singular y breve coloquio telefónico, el Director de la Sexta, vestido con su atuendo de alto oficial de la Fuerza Aérea, capote y sable, engalanado con todas las insignias y credenciales correspondientes al Edecán del Presidente de Chile y por supuesto acompañado de su correspondiente escolta y breve comitiva, se presentó ante la Primera Comisaría de Santiago.
Una vez que la guardia del Cuartel Policial, sorprendida por tan inusual visita, le rindió los honores correspondientes a su alta investidura, traspasó los umbrales de esa honorable unidad, preguntando con marcial acento en dónde estaba el Viejito Pascuero.
Agradecimientos al Voluntario Sr. Alejandro Peñaloza Solar.