3 de septiembre de 2020. Teniente 1° de grandes Capitanes de la Sexta, será recordado como uno de los mejores que ejerció ese cargo. Alto, de voz grave, de un carácter fuerte, apasionado por la bomba y directo en transmitir sus ideas, sin sopesar en que el interlocutor se molestara. Ayer, sin mucha vuelta ni recoveco, nos dejó este gran formador de bomberos, muy fiel a su estilo. Pese a todo, el cariño a nuestro Fernando Jiménez Parra quedará por siempre en los corazones de quienes fuimos testigos de su forma, porque hoy somos lo que somos gracias a esa manera tan directa de vivir. Entregado hasta sus últimos días a su trabajo como contador, no dejaba de llamar por teléfono a todos quienes estimaba para hablar de bomba. Eso lo mantenía vivo y la verdad es que sacarle una risa a don Fernando era motivo doble de alegría.
Nuestro amigo Fernando nació en Santiago el 17 de abril de 1942, ingresando a la Sexta de Santo Domingo el 30 de enero de 1963, cuando la Compañía aún no se recuperaba de la caída de los dos últimos mártires.
Durante sus largos 57 años de servicio ocupó el cargo de Teniente 1° en los años 1971, 1972, 1973, 1974, 1975 y 1977, Teniente 2° en los años 1969 y 1970, Consejero de Disciplina en los años 1976, 1981, 1985, 2002, 2003, 2004 y 2005 y reemplazante de Capitán en los años 1972, 1976, 1977, 1979, 1982 y 1984. Obtiene su calidad de voluntario Honorario de la Sexta el 15 de abril de 1971, en tanto que su calidad de Miembro Honorario de la Institución, por 50 años de servicios, se le otorgó el 21 de febrero de 2013 con 2.358 listas sobrantes.
Antes del mes de ingresado, un 23 de febrero de 1963, se integra como miembro permanente a la Guardia Nocturna de la Compañía, permaneciendo en ella por largos 13 años, tiempo en el cual se desempeñó como Jefe de Guardia en todos los periodos en que fue Oficial de la Sexta.
Vibrante asesor de los capitanes al momento de afrontar la Competencia Besoaín, participó en varios equipos representantes de la Sexta, que llevaron el triunfo al cuartel.
Ferviente participante del canje con la Quinta de Osorno, trataba de no perderse actividades en conjunto, y pese a la edad y su trabajo, siempre hacía lo posible por estar presente para asegurarse de que los jóvenes entendieran la importancia de la Quinta para la Sexta.
Don Fernando deja un inmenso dolor en cada uno de quienes recibimos sus retos y consejos. Probablemente no ejerció el cargo de Capitán porque derechamente no lo quiso, porque quizás pensaba que su aporte era mayor en otras instancias, pero de que hubiese sido uno de los más grandes, no cabe duda.
Hará falta Jiménez cuando estemos preparando la Besoaín, claro que sí. Aunque las técnicas de sus escalas de madera versus nuestras escalas de aluminio son distintas, hay un algo que siempre se puede hacer para ganar segundos. Ese algo que estaba en la mente de Don Fernando, lo transmitió sin querer a muchos, pero serán irremplazables esos gritos con el vozarrón: “el casco!!!”, “el pie!!!”, “el viento!!!”, “ponga a otro, este no sabe!!!”. Y finalmente tenía razón.
Es mucho lo que podemos relatar de Don Fernando, pero esas son historias para contarlas en el cuartel. Por nuestra parte queda el compromiso de cuidar la bomba teniendo siempre presente que el servicio está primero, con rectitud y seriedad, con conceptos claros y sin dobles lecturas, pero que de todas maneras, nunca debe faltar el canto, la alegría, la conversación, el consejo y por sobre todo, el respeto.
