Noviembre 15 de 1962…una fecha que recordaremos por siempre

16 de noviembre de 2010

Sin duda alguna una de las tragedias más grandes del Cuerpo de Bomberos de Santiago y de nuestra compañía, la Compañía de los «Salvadores y Guardia de Propiedad», ocurrió aquel trágico amanecer del 15 de noviembre de 1962, en el cual, en cumplimiento de altos designios del todopoderoso, un grupo de voluntarios de nuestra Institución, inmolaron sus vidas en cumplimiento de un sagrado deber, que juraron servir, inspirados en elevados sentimientos de abnegación y altruismo.

En ese triste día nuestra querida Compañía vio caer en cumplimiento de su deber a dos de sus voluntarios, el Teniente 3º Carlos Cáceres Araya y el voluntario Alberto Cumming Godoy. Como bomberos fueron abnegados, entusiastas y eficientes voluntarios, como compañeros, tuvieron en ellos siempre dos caballerosos amigos que unían junto a la corrección, honorabilidad y rectitud propia de los espíritus selectos, la sana y contagiosa alegría de la juventud. En esos momentos parecía increíble ver truncadas tan trágica e inesperadamente sus preciadas existencias junto a los voluntarios caídos de la Tercera, Cuarta y Duodécimas Compañías.

Nada, absolutamente nada, hacía presagiar que dos hijos de esta, la «Casa de Matta», herederos indiscutibles de la historia, tradición y mística de los antiguos y mas bravos bomberos de la Sexta, alcanzarían la gloria absoluta en calle Amunátegui esquina Huérfanos en esa terrible madrugada de noviembre, de un triste año de 1962. Las madres, hermanos y voluntarios, en vano clamaron el retorno de estos dos jóvenes, niños de cuerpo, pero sólidos hombres y maduros en su actuar, sobre ese frio mármol en su lecho de muerte. Nada, absolutamente nada, hacía presagiar su destino.

Al revisar los periódicos de aquella época, podemos apreciar que el incendio fue de madrugada. Se construía un moderno edificio de departamentos, hoy llamado edificio del sol, y entre los materiales para la construcción, se encontraban dos castillos formados de gruesos maderos apilados. Colindante a ellos, había un antiguo muro que pese a los resguardos tomados por los voluntarios, fue la trampa que dio muerte a seis voluntarios y dejo a medio centenar con graves heridas, heridas que quizás nunca sanen y sean el silencioso testigo del sublime sacrificio que ahí ocurrió.

Luego del desplome del muro, una nube de arcilla impidió ver con exactitud la magnitud de la desgracia. Muchos cuerpos, se perdían entre la oscuridad, escombros y barro, luego de un breve silencio, la tragedia se hizo presente con la mayor expresión posible de llanto y dolor de quienes fueron protagonistas de este pasaje de la vida que resulta imposible de comprender.

Quizás, el tiempo se detuvo por un instante, como si la muerte, sonriente por lo sucedido, diera un amargo trago de tregua a los fatigados voluntarios, para recoger a los caídos y apilar en un rincon, los retorcidos cascos y algunas prendas de quienes pasaban a decorar la inmaculada legión de bomberos que han servido a la institución hasta alcanzar la gloria en el cumplimiento del deber.

 

Carlos y Alberto, jóvenes en la primavera de la vida, desde su ingreso a la sexta evidenciaron esas cualidades espirituales que singularizan a la juventud bomberil, el grande amor por la institución, la abnegación sin límites y el inextinguible entusiasmo por la más perfecta ejecución de sus labores de bomberos voluntarios, donde se modelan los caracteres, donde se ennoblecen los sentimientos y donde se forja el sentido de responsabilidad.

Alberto Cumming Godoy se incorporo a nuestra compañía el 13 de enero de 1961, perteneció a la Guardia Nocturna y pronto reveló sus cualidades de buen bombero, de magnifico deportista y excelente compañero, siempre jovial y alegre.

Carlos Cáceres Araya, ingreso a la sexta el 12 de abril de 1957, la mayor parte del tiempo sirvió en la Guardia Nocturna en la que llego a ser su jefe. Joven, tranquilo, de una gran bondad, acucioso y leal compañero, tenía que ser, y lo fue en verdad, un bombero ejemplar.

Carlos Cáceres Araya y Alberto Cumming Godoy, hoy duermen en un profundo sueño, ya no hay dolor ni angustia en ellos, sus cuerpos, muestran los claros signos del rigor y del castigo al que fueron expuestos esa madrugada.

Sin embargo, esa semilla que dejaron en nosotros, y que es el cumplir con sangre si así se requiere, el juramento que nos une, perdurara por siempre en nosotros, hasta encontrarnos con ambos, cuando llegue el fin de nuestros días.

 

Teniente 3º Carlos Cáceres Araya

Voluntario Alberto Cumming Godoy

 

Reciban siempre el cariño y la gratitud de su Compañía, la Sexta «Salvadores y Guardia de Propiedad «.

 

Discurso pronunciado por el Teniente 3° Sr. Mario Castro Gallo con motivo de la conmemoración del Cuadragésimo Octavo aniversario de la tragedia de Amunátegui y Huérfanos.

 

Galería fotográfica

 

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