Nuestros querido viejos, “Gregorio Maureira Reyes”

7 de julio de 2014

“…Todo chiquillo nuevo, que entra a la Sexta, es inmediatamente inducido en nuestras tradiciones, bañado en ellas.”

 

Tomó sus lentes de marco grueso que llevaba puestos luego de ver por televisión el regular desempeño del club de sus amores, la Universidad de Chile. Los dobló con cuidado para guardarlos en el bolsillo superior de un elegante traje color azul oscuro, de finas rayas claras, que don Gregorio viste en domingo. Parece molesto por el resultado del partido pero, quienes hemos tenido el placer de conocer a “Gollito”, sabemos que es pasajera su molestia y en breve, con la dulzura que lo caracteriza, volveremos a “sociabilizar”, como él llama, al compartir bomberil diario.

Me confiesa que sus primeras interacciones con los bomberos los dio con su amigo Tato Ramírez en la Novena en 1948. Sin embargo, no fue sino en 1957, de mano de otro Amunateguíno (alumnos del Liceo Amunátegui) Carlos Díaz Morales, con quién firmaría su solicitud definitiva para ingresar a la Sexta. Me confiesa además que cuando niño, su hermano le disparó, accidentalmente, con un revólver Colt que su padre mantenía muy guardado. En un juego de niños y mientras él recitaba un poema, su hermano percutó el revólver cuyo disparo se alojó en su pecho provocando una fuerte hemorragia. No fue hasta quince días más cuando un equipo de avezados cirujanos logró extraer el proyectil. En su convalecencia, el Presidente Arturo Alessandri Palma, Jefe de su padre en el Ministerio de Tierras y Agricultura, lo visitó y obsequió un billete de veinte pesos. Son recuerdos de su niñez que lo hacen olvidar, momentáneamente, la pena del resultado de la U.

Años después, caminando por el centro de Santiago, don Gregorio se acordó que su compañero de Liceo y amigo de infancia, Carlitos Díaz, había ingresado a la Sexta Compañía, que por esos años estaba en calle Santo Domingo. Desorientado por tantos portones que no permitían distinguir cuál Compañía era cuál; ya que se encontraban, además de la Sexta, la Tercera y Cuarta, en la misma dirección. Consultó por su amigo Díaz a unos jóvenes voluntarios sentados en un escaño. La respuesta fue instantánea: – Ese nombre corresponde a los revoltosos de la Sexta…-. Lejos de causar una molestia tal indicación para ubicar el Cuartel de su amigo, don Gregorio, se sintió inmediatamente seducido por el alegre y bohemio ambiente de los voluntarios sextinos que en ese momento se encontraban en el Cuartel. Casualmente, ese día, un compañero de trabajo de su padre, que también era voluntario de la Sexta, don Ruperto Cañas, se encontraba jugando pool en el Cuartel. Gollito firmó al instante su solicitud, dando inicio a una de las mejores etapas de su vida: ser un bombero de la Sexta – enfatiza -.

Geregorio2Con voz muy suave, casi susurrando un secreto, acentuando el final de sus frases, Gollito me cuenta que nunca pensó en llegar a los cincuenta años de servicio en la  Institución. –”Más bien parece que era ayer -dice- cuando me desempeñaba como un joven funcionario de la firma “Gibbs & Cía” y “socializaba” por las tardes con mis grandes amigos: Patricio Canovio de la Primera e Ignacio Soulé, de la Cuarta-. Lo que sucede mi amigo –dice- es que después de los 30 años de servicio, todo se va muy rápido…-. Don Gregorio gesticula con pasión cada recuerdo que relata: – No cabe duda, dice, que mi mayor pena fue la muerte en acto de servicio de mis compañeros Cáceres y Cumming. Sin embargo, el recuerdo de ambos, se mantiene intacto en mí-. Agrega, que una característica, casi genética de los miembros de la Sexta, es el amor por las tradiciones: – “Todo chiquillo nuevo, que entra a la Sexta, es inmediatamente inducido en nuestras tradiciones, bañado en ellas. No observo lo mismo en otras Compañías, aunque puede que también ocurra”, enfatiza.

 

Caricatura de don Gregorio. Autor: S. Rojas.

 

Uno de los momentos más maravillosos en su vida como sextino, agrega Gollito: – fue cuando ganamos la Competencia José Miguel Besoaín junto con la Cuarta, en los años sesenta y algo.  Fue todo tan maravilloso!!!…- exclama con sus manos. – La celebración duró días y armamos un puente de escalas en el patio que nos unió aún más con los “franchutes” de la Pompe France. Hoy ya no es lo mismo con la Cuarta –enfatiza don Gregorio- pues desde que nos separamos de Cuartel, la amistad se ha ido. Retoma el relato, -” era tanto el desorden aquel día, que derribamos un muro que daba para el Cuartel de la Cuarta. Las visitas que nos venían a felicitar por el triunfo, sobre todo del tipo femenino, debían pasar al Cuartel vecino subiendo por el puente…Todos corríamos a hacer pié al puente, sobre todo cuando las visitas vestían falda”…-. Sonríe y parece emocionarse en su relato.

Don Gregorio Maureira Reyes, hoy tiene el premio de constancia por 55 años de servicio. Su delgada y elegante figura recorre los pasillos de la casa Sextina inspirando respeto y solemnidad. En algún momento parece recordar alguna otra anécdota. Observa con una cuota de nostalgia el casino de la Compañía, como buscando algún otro compañero de Bomba con quién “sociabilizar” en lo que queda de la tarde del domingo. No lo encuentra. Sólo resta volver al televisor y esperar que los timbres suenen.

 

Cuartinos y Sextinos, reunidos  en el Cuartel de Santo Domingo. Años veinte.

Geregorio3

 

 

A.P.S.

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