6 de diciembre de 2021.- El próximo miércoles 8 de diciembre, se cumple el centésimo quincuagésimo primer aniversario del fallecimiento del protomártir del Cuerpo de Bomberos de Santiago, Teniente 3° al momento de su deceso y voluntario de la “Salvadores i Guardia de Propiedad”, Sr. Germán Tenderini y Vacca.
Italiano de nacimiento, inmigrante en nuestro país y perteneciente a diversas instituciones filántropas de la sociedad civil, Tenderini ingresa finalmente a la Sexta Compañía del Cuerpo de Bomberos de Santiago un 13 de octubre de 1865. Desde entonces le fueron asignadas diversas responsabilidades y cargos que supo cumplir con suma diligencia, siendo electo, el 8 de diciembre de 1870, Teniente 3° de la Compañía. Lamentablemente, el mismo día de su elección, acaecería un incendio en el Teatro Municipal de Santiago en donde Tenderini, a la postre, perdería a la vida junto a Santos Quintanilla, empleado del Teatro, en las labores de extinción del incendio.
En una nueva conmemoración de este hito cardinal para nuestra Institución, y en razón de un asiduo trabajo que ha nacido y que se desarrolla aún al día de hoy, con base proyecto desarrollado en el marco de la convocatoria a “Fondos Concursables en Gestión y Rescate Patrimonial de la Fundación Patrimonio Cultural del Cuerpo de Bomberos de Santiago”, queremos ofrecer a la comunidad todo un extracto del “Libro de Novedades” de 1870 de nuestra Compañía, en donde se rescata la relación de tan fatídicos hechos que costaron a la Compañía de Salvamento y al Cuerpo de Bomberos de Santiago, su primer mártir a casi 7 años entonces desde su constitución.
Estas labores han sido efectuadas conjuntamente con el Museo de Bomberos de Santiago (MUBO) y la empresa Microsystem S.A., especialistas en soluciones tecnológicas para la gestión de documentos, todas entidades a las cuales agradecemos su apoyo en esta noble y significativa iniciativa.
A continuación, transcribimos las novedades consignadas el 9 de diciembre de 1870, día siguiente a la tragedia suscitada hace ya 151 años atrás, la cual fue registrada entonces, de puño y letra, del mismísimo Arturo Villarroel Garenzon, quien es conocido hoy igualmente como “General Dinamita” por las proezas que llevó a cabo en el marco de la Guerra del Pacífico solo unos cuantos años más tarde, y quien servía el cargo de Teniente 2° de la Guardia de Propiedad la fecha de los acontecimientos:
“5 P.M. Del hermoso Teatro Municipal solo se ha salvado el edificio del oriente, todo lo demás ha sido presa de un voraz incendio, sus ennegrecidas murallas, humeantes escombros presentan un lúgubre espectáculo. He aquí de lo que puedo dar cuenta.
Como a las 11 ¾ P.M. de anoche nos encontrábamos cerca del teatro con varios bomberos i Quintanilla cuando sentimos las primeras alarmas del policial que anunciaba el incendio. Nos dirigimos precipitadamente al teatro i después de algunos esfuerzos llegamos con Tenderini al proscenio donde nos juntó Quintanilla. Los demás bomberos se habrían dirigido a sus respectivos cuarteles en busca de las bombas.
Al llegar al proscenio divisamos el fuego en la parte subterránea, hacia el poniente, pero que todavía no se manifestaba en la parte superior sino por la luz que salía de los ajustes de las tablas del piso i por el olor sofocante que comenzaban a despedir las materias inflamadas.
Suplicamos a Quintanilla, como que mejor conocía la maquinaria del teatro, nos indicara los puntos donde nuestros servicios pudieran ser más útiles en esos primeros momentos.
Quintanilla me proveyó de un trozo de madera, indicándome que debía comprimir los cañones de plomo que él me señalara, a fin de cortar la comunicación del gas.
Tenderini se dirigió mientras tanto a preparar el juego de agua que había en el fondo del proscenio.
Subimos con Quintanilla por varias partes de la tramoya, seguidos pocos momentos después por Tenderini, interrumpiendo cañones; desenvolviendo o cortando los cordeles que sostienen los sillones para arrojarlos al suelo, i en lo cual nos ayudaba un trabajador del teatro, creo que empleado en la tramoya, i que se encontraba al lado del accidente. Tratábamos de llegar un punto en que Quintanilla manifestaba la mayor confianza de poder cortar el fuego antes de que tomara mayor cuerpo.
Nos encontrábamos en una parte elevada de la tramoya; al olor que producía el incendio me senté con la garganta oprimida, desvanecida la cabeza, i un zumbido en los oídos. Mis compañeros debieron sentirse probablemente tan desvanecidos i sofocados como yo por el humo i el olor de las sustancias que ardían.
Vagamos algunos instantes sin dirección fija porque el aire ya nos faltaba.
En estos momentos Quitanilla trata de sostenerse con fuerza del cuello de mi ropa i me dice: “Me ahogo! Me muero!”. Me apoyé por un instante no sé en qué, pero luego caímos ambos.
Desde entonces no sé lo que pasó. Conservo un recuerdo vago de que al levantarme me he estrellado contra algún objeto, de que volviendo a caer he rodado por una escala, según los recuerdos fijos que en este momento conservo. Cayendo i levantando he llegado a la calle, i solo en la plazuela he venido en sentirme restablecido. Ahí noté que mi blusa, chaleco i camisa estaban partidos desde el cuello, partidura que me parece producida por el esfuerzo de Quntanilla en su desesperación.
En cuanto a Tenderini, no recuerdo de él, sino que momentos antes de mi caída Quintanilla me decía: “Lo sigo Villarroel!”. Desde ese momento, no recuerdo nada más.
Hasta el amanecer el día siguiente estaba persuadido de que Tenderini, como Quintanilla, hubieran salvado mejor que yo.
Un recuerdo del compañero muerto. Tenderini era el primero en quien se habrían hecho notar lo efectos del humo i de la opresión de pecho. Se sentía desfallecido i le grité como amigo: “Viva Italia! Tenderini”.
“Viva la República” Me contestó, saludando con entusiasmo la reciente emancipación de la patria…
Arturo Villarroel
Teniente 2°”