Ya de regreso en Santiago, la delegación de Voluntarios enviados muy acertadamente por nuestra Comandancia a Talcahuano, puede entregar a sus pares variadas historias y relatos que sin duda amenizarán en el futuro las conversaciones de casino, tan típicas de nuestra vida bomberil. Ha quedado en la retina de los Voluntarios santiaguinos asistentes a esta devastada zona, la imagen de una ciudad destruida por la fuerza de la tierra y el agua, el retrato de gente agradecida por cada gota de agua entregada, el recuerdo del hedor que ha quedado en las industrias pesqueras llenas de productos descompuestos, la evacuación por una alerta de tsunami, y un sin fin de situaciones que para la gran mayoría eran novedad.
Pero dentro de todo lo anterior, lo que innegablemente acapara la mayor atención es la tremenda fortaleza de esa gente, principalmente de sus Bomberos, los Bomberos de Talcahuano, que sin lugar a dudas son una muestra de los bomberos de cada una de las zonas afectadas por este nuevo embate que nuestra tierra, a lo largo de su historia, ha recibido una y otra vez. Es así, como no estar orgulloso de haber visto a hombres y mujeres con sus uniformes, sin descanso, desde el momento mismo del sismo, sin las acostumbradas comodidades, muchos de ellos en duelo por familiares o cercanos fallecidos o desaparecidos, sufriendo el dolor de haber perdido sus cuarteles, saqueados, ver sus máquinas y uniformes esparcidos por doquier, pero ahí estaban, recibiéndonos con una sonrisa, dispensándonos sus atenciones cuando nosotros no las requeríamos, entregándonos su confianza y amistad.
Queda el sentimiento de haber hecho tan poco, aunque en realidad no sea así, pues trabajamos codo a codo en labores que quizás no requieren mayor tribuna, pero que teníamos la certeza que eran importantísimas, vitales para ellos y su comunidad, la cual, al darse cuenta que éramos foráneos nos agradecía más aun con aplausos y miradas de alivio.
La verdad, los héroes de todo esto son ellos, esos bomberos y sus familias, quienes están sobrellevando este período lo más profesionalmente que se pueda, ya que como dijo el Superintendente de ese Cuerpo, el día que regresamos a Santiago (que por lo demás no fue exento de la pérdida de seres queridos), “Ya habrá tiempo para vivir el duelo, ahora sólo hay que trabajar”.
A la distancia sólo queda enviarles toda nuestra fuerza, todo nuestro ánimo y darles las gracias por el gran ejemplo que le están dando a la comunidad de todo Chile.